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Sarro del nadador ¿cómo prevenirlo?

La natación es uno de los deportes que más recomiendan los profesionales para personas de todas las edades. Esta actividad permite ejercitar todos los músculos del cuerpo, mejorando la fuerza, la resistencia muscular y cardiovascular, la movilidad articular, fortalecer los huesos y todo eso sin el más mínimo impacto en las articulaciones y con un mínimo riesgo de lesiones.

Sin embargo, no todo es color de rosa, ya que la natación puede presentar ciertos inconvenientes para nuestra salud bucodental como el sarro del nadador. Dientes manchados de color amarillo amarronado, gingivitis y sarro son algunas de las patologías frecuentes que pueden presentar quienes practiquen esta actividad más de 6 horas a la semana.

¿Cuál es la causa de estas patologías?

A las piscinas se le añaden productos químicos como el cloro para desinfectar y conservar el agua por más tiempo eliminando bacterias, moho y algas. Estos químicos elevan el pH del agua que se encuentra entre 5 y 6,5 a valores de entre 7,2 y 7,6 aproximadamente. 

Por su parte, el pH normal de la saliva oscila entre 5,7 y 6,7, pero debido a los productos químicos que se le añaden al agua, las proteínas salivales se descomponen rápidamente y forman depósitos orgánicos en los dientes del nadador, que se tiñen fácilmente generando el clásico color amarillo o marrón. 

A su vez, los depósitos favorecen que las bacterias se adhieran a los dientes y las encías y se forme la placa bacteriana. Cuando aumenta el pH, se mineraliza la placa y se forma sarro el cual causa inflamación de las encías (gingivitis) y puede provocar caries.

El sarro del nadador, es más rico en componentes orgánicos y su formación está relacionada con la intensidad del ritmo de entrenamiento. A más cantidad de horas de entrenamiento, mayor cantidad de sarro.

Otros factores como la temperatura exterior de la piscina y la temperatura media del agua pueden ser tan determinantes como el tratamiento del agua. Se ha comprobado que las piscinas tratadas con cloro y ozono provocan mayor producción de sarro que las piscinas que solo contienen cloro.

¿Cuál es la solución al sarro del nadador?

Quienes sean nadadores frecuentes y se dediquen a esta actividad varias horas a la semana pueden sufrirlo. Por eso deberán llevar una higiene oral más estricta y realizar periódicamente visitas al dentista.

La tinción de los dientes es probable que pueda quitarse con el cepillado de dientes y el uso de hilo dental. Mientras para tratar la gingivitis, la placa bacteriana y eliminar el sarro va a ser necesario acudir a un dentista para realizar un tratamiento de curetas y ultrasonido.

El sarro es una capa mineral muy fuerte y no puede quitarse de forma casera con métodos tradicionales por lo que si o si es un trabajo que deberá realizar un profesional con instrumentación específica.

Además será conveniente que el profesional evalúe la fisiología salival y su pH de alcalinidad, para determinar la conveniencia o no del uso de algún colutorio.  

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Diabetes y salud bucodental

La diabetes y la salud bucodental están estrechamente relacionadas. Quizás pienses que la higiene bucal poco tiene que ver con esta enfermedad. Sin embargo, el hecho de sufrir diabetes, ya sea de tipo 1 o 2 implica que los cuidados bucodentales deban ser más estrictos y ahora te vamos a contar por que.

El problema del azúcar en sangre

Las personas que sufren de diabetes deben mantener controlado, constantemente su nivel de azúcar en sangre, ya que mientras más alto sea, hay más riesgo de sufrir caries, gingivitis, periodontitis, aftas y sequedad en la boca.

Cuando los almidones, azúcares de los alimentos y bebidas interactúan con las bacterias de la boca, se forma una película pegajosa en los dientes conocida como placa. Los ácidos de la placa atacan el esmalte de los dientes provocando caries y enfermedades de las encías.

Si el nivel azúcar en sangre es alto, mayor será el suministro de azúcares y almidones, y mayor la cantidad de ácidos que desgastarán los dientes.

La diabetes reduce la capacidad para combatir las bacterias. Si no se quita la placa con un cepillado regular y el uso de hilo dental, puede fijarse debajo de la línea de las encías y se convertirá en una sustancia llamada sarro.

El sarro irrita las encías alrededor del diente, lo que genera hinchazón y sangrados, esto se denomina gingivitis y de no ser tratada puede convertirse en una infección más grave llamada periodontitis que destruye las encías y el hueso que sostiene el diente provocando la pérdida de las piezas dentales.

En menor medida, algunas personas con diabetes pueden ser propensas a desarrollar candidiasis oral que se manifiesta con parches blancos o rojos dolorosos en la boca y xerostomía, o sequedad de la boca que básicamente es la disminución en la producción de saliva, lo que a su vez conlleva a un mayor riesgo de sufrir las enfermedades antes citadas.

Un peligroso círculo vicioso

Diversos estudios indican que se forma un círculo vicioso entre la diabetes y las enfermedades avanzadas en las encías. El motivo es que las personas con diabetes no solo son más susceptibles a tener enfermedades avanzadas en las encías, sino que, a su vez, estas pueden afectar el control de la glucosa en la sangre y contribuir al avance de la diabetes.

Por lo tanto, una persona diabética tendrá mayor probabilidad de tener una enfermedad avanzada en las encías y perder más dientes que las personas sin diabetes. Una enfermedad avanzada en las encías puede ser un factor que cause el aumento de la glucosa y dificulte el control de la diabetes.

Control de la diabetes e higiene bucal

Es de suma importancia que las personas que padecen de diabetes controlen constantemente sus niveles de azúcar en sangre y sigan las indicaciones médicas para mantenerla en el rango requerido.

El buen control de la glucosa puede disminuir considerablemente las posibilidades de sufrir enfermedades bucodentales. Sin embargo, también es imprescindible una correcta higiene a base de cepillo e hilo dental al menos 2 veces al día y el uso de enjuague bucal. 

Fundamental visitar al dentista para una revisión completa y asegurarse de que este sepa de que sufre de diabetes.

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Cómo perjudica mi salud bucodental un piercing oral

El piercing oral están de moda sobre todo entre los adolescentes y los adultos jóvenes, aunque esta práctica no es nueva, y su origen se pierde en el tiempo. Lo que para algunos es incomprensible como perforarse una parte del cuerpo para colocarse un aro, para otros es una forma de manifestarse, representa identidad y una forma de pertenecer a un determinado grupo o colectivo cultural.

Se denomina piercing oral a aquel que va colocado en labios, lengua, frenillo y mejillas. Más allá del dolor de la perforación, el riesgo de dañar vasos sanguíneos y de las posibilidades de infección, el uso de estos aros en la boca puede afectar seriamente la salud bucodental.

Complicaciones como consecuencia del piercing oral

Sin tener en cuenta el dolor, la inflamación localizada y el proceso de cicatrización típico del piercing, hay otras complicaciones que pueden comenzar a aparecer.

Lo primero que sucede es un aumento considerable del flujo salival como mecanismo de defensa ante la aparición de un cuerpo extraño en la boca. La boca está llena de bacterias y no se pueden mantener extremadamente limpias y mucho menos estéril. El uso de un piercing aumenta considerablemente las posibilidades de una infección.

Los ganglios situados bajo el mentón y la mandíbula inferior pueden inflamarse desde los primeros minutos en que se coloca el piercing y prolongarse hasta por 5 semanas.

Pero entre los problemas más graves se encuentra, sin dudas, la recesión gingival, en la cual se retraen las encías dejando más superficie dental al descubierto. Esto provoca pérdida de inserción del diente, causando movilidad y la posterior caída de este. Este problema es muy común en quienes se colocan piercing labial, afectando a 5 de cada 10 personas.

Los piercing además, provocan un riesgo constante de lesión dental, ya que el metal del que están hechos puede provocar desgaste en el esmalte dental, o incluso, astillamiento o fractura de la pieza.

Las enfermedades periodontales también son una posibilidad, pues el metal del piercing puede acumular placa bacteriana, generando formación de sarro, causando gingivitis y posteriormente periodontitis.

Menos comunes aunque también posibles, los problemas de habla, halitosis y maloclusión puede provocarse por el uso de un piercing oral.

Cuidados a tener en cuenta

Antes que nada, elige a un profesional con la formación adecuada, así disminuirán los riesgos, complicaciones y el resultado final será mejor. Este debe asegurarse que el instrumental a utilizarse esté debidamente esterilizado.

Para ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor en los primeros días, es recomendable tomar pequeños cubitos de hielo, dejando que se disuelvan en la boca. Es de suma importancia también no mover el piercing o jugar con él más de lo necesario.

Evita tocar el piercing con las manos sucias y retíralo en caso de que vayas a realizar alguna actividad deportiva. Al colocarlo de nuevo asegúrate de ajustarlo bien para evitar atrangantarte o tragar alguna parte de la pieza.

A la hora de realizar la higiene bucal, utiliza un cepillo de cerdas suaves. Asegúrate de cepillar bien el pendiente para evitar la acumulación de placa. Si el piercing te roza en alguna parte de la cavidad bucal, puedes retirarlo por la noche o utilizar una cera protectora para ortodoncia.

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